La gran alianza by Michael A. Stackpole

La gran alianza by Michael A. Stackpole

autor:Michael A. Stackpole [Stackpole, Michael A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1988-01-01T05:00:00+00:00


25

Sede del Primer Circuito de ComStar

Isla de Hilton Head, América del Norte. Tierra

17 de agosto de 3028

El capitán Daniel Allard saludó con una inclinación de cabeza a la oronda y rubia baronesa de Gambier, pero tenía la sensación de que su gélida sonrisa no se desharía nunca. ¡Por la Sangre de Blake! ¿Cómo ha conseguido Felicity una invitación? Mientras ella se aproximaba a él entre el gentío reunido en la amplia antesala del salón de baile, Dan comunicó en silencio su pánico al coronel Morgan Kell.

—Antes de que acudamos a la ceremonia, capitán, quería preguntarle cómo concibe la reorientación de la energía de fusión del motor de un ’Mech para obtener el máximo nivel de refrigeración...

Morgan hablaba lo bastante alto como para que la baronesa desviara su rumbo hacia algún grupo más acogedor. Morgan se echó a reír.

—Volverá. Ya lo sabes, ¿no? —avisó a Dan, que puso los ojos en blanco.

—Nuestros abuelos sirvieron en la misma unidad hace una barbaridad de años. Su hermano Jacques y yo fuimos buenos amigos en la Academia Militar de Nueva Avalon.

Durante un permiso de una operación de adiestramiento de cuadros en Gambier, me llevó a visitar a su familia. —Dan se estiró el cuello de la chaqueta del uniforme de gala—. Gambier está a sólo cuatro saltos de Kestrel; por eso, siempre que iba a Kestrel a ver a mis abuelos, me encontraba a Felicity en casa «por casualidad».

—He visto antes esa expresión en ella, Dan. Por ejemplo, es la misma que tiene ahora, mirando a Morgan Hasek-Davion. No es un buen presagio para tu prolongada libertad.

Dan hizo una mueca.

—Tal vez nuestro próximo contrato nos lleve más allá de la Periferia.

Un extraño brillo asomó a los ojos de Morgan, como si Dan hubiese puesto el dedo en una oscura y dolorosa llaga, pero se desvaneció enseguida.

—Quizá, Dan, quizás...

La sonrisa de Morgan se ensanchó cuando vio a un hombre de complexión fuerte y cabellos negros que se acercaba a él. Alargó la mano y saludó al recién llegado de manera efusiva.

—¡Scott Bradley! —exclamó—. Ha pasado demasiado tiempo.

Bradley le devolvió la sonrisa, pero un tic nervioso en su labio inferior delataba su inquietud.

—Así es, Morgan. Me alegro de verte en tan buena forma. —Soltó la mano de Morgan y la extendió hacia Dan—. Capitán Allard, es un placer volver a verlo.

Bueno, vuelven los hijos pródigos, pensó Dan, que estrechó con fuerza la mano de Bradley y la sacudió.

—¿Cómo está, Scott? —La mirada de Dan se desvió hacia los galones del uniforme verde oscuro de Bradley—. Ya es comandante...

Bradley asintió con cierta timidez.

—Sí, tengo mi propio batallón. —Miró a Morgan y Dan se fijó en su angustiada expresión—. Esperé, Morgan, como tú me pediste. Reuní a mi alrededor a un grupo de MechWarriors: gente espléndida. Me siguieron cuando abandoné a los Degolladores de McGee y formamos nuestro propio grupo mercenario. Después de tantos años de espera, Morgan, ya no sabía qué pensar.

Morgan sonrió y apoyó ambas manos en los hombros de Bradley.

—Scott, hiciste lo que debías hacer.



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